¿Qué hacer?

Decidimos acudir a las fuentes primarias en materia de salud. Nos fuimos a una casa de formación de profesionales en medicina histórica y emblemática, acudimos a la Universidad de Costa Rica (UCR) y ahí, encontramos a  Jesús Salas, estudiante de Medicina y secretario de Derechos Humanos de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica. En la entrevista nos contó que en sus cursos le ha tocado presenciar casos de violencia obstétrica, pero sin poder hacer nada al respecto. Él es “sólo un estudiante” en una posición de impotencia ya que tiene que obedecer las instrucciones de la persona profesional en salud/docente que le imparte el curso.

Jesús nos explicó que existe un desfase entre la teoría y la práctica. En clases les dicen que saluden, se presenten y pidan permiso pero cuando van a hospitales sus profes-doctores les dicen que “Entre, quédese en esa esquina, y no estorbe”.  La mayoría de las veces ni siquiera le preguntan a la mujer si está de acuerdo o no con esto, porque el personal médico cree que está en la potestad de decidir quién ve el parto.  Pedir la  autorización de la mujer no es una práctica generalizada. Rescata eso sí,  que es más común entre enfermeros y enfermeras obstetras pedir permiso.

«No es un favor que el sistema de salud están dando, es un derecho que las pacientes tienen y es un deber de los  prestadores de servicios de salud atender a esas pacientes de la mejor manera«, argumenta Salas.

La atención en los hospitales se ha vuelto mecanizada, despersonalizada; la empatía para con esa persona en la cama que tiene dolor y no entiende el proceso, no existe. Tampoco se toman en cuenta necesidades especiales de algunas pacientes, como la barrera cultural y de idioma que enfrentan las mujeres indígenas; o los problemas de comunicación que sufren mujeres con alguna discapacidad, como mujeres ciegas o sordas. Jesús nos contó, como anécdota, de un residente de oncología médica que aprendió un idioma indígena, cuando vio a una paciente de este pueblo la saludó en su lengua, ella casi llora porque alguien le habló en su idioma.

Los esfuerzos por cambiar esta realidad de las mujeres, han surgido en lo últimos… ¿meses o años? con mucha fuerza. Un  ejemplo de esto es la asociación sin fines de lucro Mamasol que procura promover cambios en la consciencia de las personas para lograr nacimientos más humanizados y libres de violencia. Esta asociación se ha dedicado a recoger testimonios de mujeres acerca de malos tratos, cesáreas innecesarias, entre otros, por lo que se proponen compartir nueva información, apoyar y dar asesoría a las mujeres y familias.

¿Quiénes actúan?
Actualmente existen varias organizaciones de víctimas y de apoyo a ellas en el país. Entre algunas son Metamorfosis, ubicada en Cartago y a la cual pertenece Auxiliadora; y Guerreras y Guerreros de Ángeles, cuya presidenta es muy activa y vocal. Estas dos están conformadas casi en su totalidad por mujeres víctimas de violencia obstétrica.  La Revolución de las Rosas, conformada por chicas que estudiaron o estudian enfermería, es el capítulo costarricense de un movimiento global.

Si se quieren preparar para el parto, pueden contactar a Mamasol para consultar alternativas, pedir asesoría, asistir a cursos y compartir experiencias. Para contratar una doula certificada a nivel internacional en cualquier parte del mundo, pueden buscar en la página de DONA.  
En caso de denuncias o asesoría se puede llamar de manera gratuita a la Defensoría de los Habitantes al 800 258-7474 o contactar al Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) al 2527-8400.

Igualmente, Mamasol ha apoyado en la nueva normativa de la CCSS,  donde se defiende el derecho de cada mujer de conocer y decidir sobre su propio parto. Valga decir que esta Guía Integral a las Mujeres, Niños y Niñas en el período prenatal, parto y posparto fue publicado en el 2008 y se encuentra en todas las salas de maternidad del país.

Marie Tyndall, quien es partera y representante de Mamasol, menciona que la violencia obstétrica se da “cuando el trato antes, durante y después del parto es ofensivo, cruel y no toma en cuenta las necesidades particulares de cada mujer”.  Además, menciona que prácticas recurrentes en nuestro país tales como ayunos, acelerar el proceso con pitocina (droga que induce el parto), utilizar la posición ginecológica acostada (es antinatural hacerlo de esta forma, así solo perjudica a la mujer que pare y facilita la visión de quienes están presenciando el parto), entre otras, son anticuadas y dañinas. Tyndall explica que desde que los partos se atienden en hospitales se ha vuelto un trato mecanizado, lo cual desvaloriza el cuerpo de la mujer y culmina con una atención a este de forma deficiente.

Tyndall expresa que la mujer, además de tener condiciones que ella considere adecuadas para que el nacimiento no se vuelva un trauma, debería estar rodeada de las personas con quien ella siente confianza. Sobre el protocolo de la CCSS, comenta que hay muy poco interés por introducirlas a la práctica.  Este es un documento desconocido por la mayoría del personal de hospitales y del sistema de salud.

En referencia con las denuncias cada vez más frecuentes sobre violencia obstétrica, la representante de Mamasol considera que son pocos los casos que realmente se llegan a conocer, por lo que quienes deben hacerlo, no asumen responsabilidad sobre los mismos. Por su parte, las parteras practican una ciencia actualizada, y Tyndall rescata la necesidad de capacitar al personal de salud en una obstetricia basada en la evidencia, en nuevas maneras más seguras para atender partos, en donde se creen espacios de intimidad y se anime y apoye a las mujeres a buscar las maneras más  fáciles para dar a luz.

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Tomada del Facebook de Mamasol

“Necesitamos una nueva ética, basada en consentimiento informado, es decir, sin  aplicar procedimientos y medicamentos sin el consentimiento explícito e informado” Marie Tyndall. Hace unos meses, la Defensoría de los Habitantes viene investigando casos de violencia obstétrica e inspecciones en tres hospitales del país: Hospital de las Mujeres (antigua Maternidad Carit en San José), Centro de Atención Institucional de Salud (CASI, anexo de la Carit), ubicado en Desamparados, el Tony Facio en Limón y el Hospital Dr. Enrique Baltodano Briceño en Liberia.

El estudio se originó por varias situaciones puntuales que ocurrieron en estos centros de salud como: la negación de ser acompañadas por una persona de su confianza antes, durante y después del parto; la escasez de especialistas, lo que las obligó a ser trasladadas a otros centros hospitalarios en otras provincias (mayoritariamente en San José); falta de equipo tecnológico y denuncias por parte de múltiples mujeres por los malos tratos a los que son sometidas.  

“Hoy en una ambulancia se introducen para traslado a la meseta central a 6 embarazadas, pues en el Hospital de Limón no hay ginecólogo; no las recibe el Calderón Guardia, porque está saturado de trabajo, entonces siguen el calvario hacia el hospital de Cartago, donde tampoco las reciben, continúan nuestras embarazadas sentadas dentro de esa ambulancia, pues es pequeña y solo cabe una camilla hasta que posterior a 6 horas de viaje y en medio de una carretera con muchas vueltas llegan a Turrialba, donde por fin las reciben, y no es la primera vez que en ese trajín nace el niño en la ambulancia

Nos preguntamos por lo que habrán pasado con esas mujeres después de pasearse por varios hospitales a lo largo del territorio nacional. ¿Las habrán llevado de vuelta a su provincia? ¿Sus familiares las habrán tenido que buscar? ¿Habrán salido en bata de hospital, con su bebé en brazos, a agarrar bus hasta Limón? ¿Habrán tenido plata para el bus?

Al finalizar la investigación, la Defensoría emitió una serie de recomendaciones a la Caja Costarricense del Seguro Social con el fin de erradicar, o al menos disminuir, los casos de violencia obstétrica. Algunas de éstas son: contratar mayor personal especializado, establecer mecanismos específicos para detectar la violencia, lanzar campañas educativas, y –lo más importante– que se cumpla con lo establecido en la guía elaborada por la misma CCSS para este tema en específico.

Al ser consultada, la Defensora Montserrat Solano Carboni, nos confirmó el fenómeno, y a raíz de esto para el 2016 es muy probable que amplíen una investigación que aborde más allá de los tres hospitales originalmente estudiados. También nos informó sobre la realización un congreso latinoamericano en el país sobre violencia obstétrica.

“A los doctores que dicen que son casos aislados les digo que no. No son casos aislados; esto nos ha reventando en la cara. Yo les diría que le respondieran eso a las una y mil mujeres que vienen y se quejan en la Defensoría”, se indigna cuando le preguntamos sobre la minimización de la problemática.

Cada vez que publicamos algo en redes sobre violencia obstétrica la cantidad de testimonios que surgen es impresionante. De hecho eso es algo que queremos hacer: abrir un mecanismo para recibir todas esas denuncias ya de manera más formal. Esto no es un tema aislado, me preocupa que los médicos no estén lo suficientemente sensibles sobre este tema porque es un fenómeno que se está investigando en toda América Latina. 

Monserrat Solano Carboni, Defensora de los Habitantes

Tratamos reiteradas veces de hablar con el Dr. Freddy Pérez, jefe de obstetricia del Hospital de las Mujeres, pero primero nos dijeron que se encontraba fuera del país y luego nunca más contestó el teléfono de su oficina. También le escribimos a dos médicos especialistas en partos alternativos y tampoco recibimos respuesta.

Históricamente, la sabiduría a través de la experiencia sobre la menstruación, la salud sexual y reproductiva, los embarazos, los abortos y los partos -sobre todo- ha sufrido un proceso de formalización que ha excluido justamente a las mujeres. Esto no significa que los nuevos conocimientos sean nocivos, sino el hecho de que se desechó la hermandad y dignidad de la mezcla.

La medicina moderna y los avances científicos no tenían que venir acompañados por cuartos fríos de hospitales, malos tratos ni juicios de valor. Más bien se deberían de complementar el saber formal y la humanidad.

Más y más mujeres se han unido al movimiento por un parto libre y respetado. Existen médicos obstetras especialistas en esto, en sus consultorios se puede elegir cómo quieren dar a luz, dónde, en cuál posición y quien las acompaña. También hay doulas, mujeres sin título universitario en medicina pero con los conocimientos necesarios para apoyar física y psicológicamente antes, durante y después del parto (algunas con certificación internacional de la Organización Norteamericana de Doulas).

Generar conciencia desde la experiencia
​Daniela Martínez tiene 26 años y se dedica a ser productora audiovisual y mamá. Cuando quedó embarazada, decidió hacer las cosas algo diferente y por eso realizó un documental de su experiencia personal siguiendo un proceso con parteras y otro con un ginecólogo. Además, durante esta grabación organizó foros sobre violencia obstétrica y documentó las historias de otras mujeres en sus embarazos, ya fuera en hospitales o con parteras. El documental está por terminarse y estará disponible en el programa Palabra de Mujer del Canal de la Universidad de Costa Rica.

Estas alternativas se convierten en privilegios ya que en el sistema público de salud es difícil acceder a ellos, en los hospitales solo se puede (si es que se puede) ser acompañada por una persona y, entendiblemente, las mujeres optan por qué ésta sea su pareja o familiar, no la doula. Además, ya que a ellas hay que pagarles por sus servicios, estas opciones quedan fuera del alcance de las mujeres más vulnerables: las pobres, las indígenas y las migrantes.

Un cambio requiere, primero que todo, de las direcciones que los hospitales impongan para el cumplimiento de la Guía.  Esto incluye, por ejemplo, dotar a los centros del personal y equipo necesario.  El personal de la salud, además, debe trabajar en total apego a los derechos de las mujeres. El personal docente que forma y educa debe hacerlo pensando en el bienestar de la paciente y no su propia comodidad.

Las mujeres, por último, deben denunciar y rechazar todo tipo de violencia como natural o merecida.  La toma conciencia de este fenómeno por parte de las instituciones, las mujeres y las comunidades es necesaria para luchar por una sociedad libre de muertes evitables y de cuerpos violentados.

Referencias

  1. Gabriela Arguedas (2014) La Violencia Obstétrica: propuesta conceptual a partir de la experiencia costarricense. Cuadernos Intercambio sobre Centroamérica y el Caribe. 11, pp 145-169.
  2. Caja Costarricense del Seguro Social (2009). Guía de Atención Integral a las Mujeres, Niños y Niñas en el Período Prenatal, Parto y Posparto.

Investigación y texto realizado por Marisa Batalla, Jimena Cascante Matamoros y Argerie Sánchez.