Miles de mujeres dan a luz en Costa Rica cada año y muchas de ellas son violentadas física y psicológicamente por un sistema que las trata como niñas enfermas: no se les escucha, no se les explica, se les calla, se les estripa, se les medica. ¿Qué es y por qué ocurre la violencia obstétrica?

Auxiliadora cursaba un embarazo de 41 semanas y 4 días. Esperaba a Nicole Pamela, pero le extrañaba no entrar en labor de parto por lo que, ese mediodía del último día de febrero, se dirigió  al hospital. Sentía que su bebé se movía menos.  Una estudiante le tomó la presión y le hizo un tacto. Le dijo que solo tenía un centímetro  de dilatación; la estudiante le preguntó al ginecólogo sobre el abordaje.  

Este doctor recomendó hacer un ultrasonido y un monitoreo. Iban de camino cuando el ginecólogo dio la orden de no hacer ningún estudio. Optaron por internarla e inducirle el parto al día siguiente a las 6 a.m. Auxiliadora suplicó que no, que su bebé se movía menos. Él le respondió “No se preocupe mamá, es normal”.

La dejaron en un salón una vez que la internaron. Empezaron a pasar los segundos, minutos y horas y ella seguía sin saber cómo estaba su bebé. Se levantó varias veces a pedir ayuda a las enfermeras que la hacían de un lado a otro. A eso de las 5 de la tarde ya no la sentía moverse. Pidió  que la revisaran y le respondieron que “ahorita”. Dice recordar 6 ocasiones en las que fue a pedir ayuda y lo único que recibió fueron regaños.

A las 10:45 p.m., cuando llegaron los de cambio de turno, la revisaron y no encontraron el latido. La llevaron de inmediato a hacer el ultrasonido y le anunciaron que su  bebé ya había fallecido. Aunque la historia oficial leía que el líquido amniótico se había secado, la autopsia desmintió esto cuando reveló que ella había fallecido por aspiración de líquido amniótico y meconio (primeras heces del recién nacido). Falleció estando ella internada en un hospital que cuenta con todo el equipo tecnológico y humano necesarios para haberla atendido con eficiencia y seguridad.  Pero no fue así y Nicole, la hija de Auxiliadora, murió.

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Pero la tortura no había terminado con la muerte de su hija.  Ahora debía parir a su bebé muerta. A las horas de la noticia, ella sola en el cuarto con su esposo (y sin algún  profesional de la salud) lloraba y se quejaba de dolor hasta que un médico la mandó a callar porque no lo dejaba dormir. En la madrugada llegó una obstetra y le dijo: “Vamos mamá, voy a ponerle un suero”. Auxiliadora le pidió ayuda porque no soportaba más los dolores. La enfermera le hizo un tacto y ya había dilatado 7 cm. A las 9:00 a.m. llegó a 10 cm, lo cual le indicaba que era la hora de pujar y pujar.

Nadie los acompañaba.  El esposo de Auxiliadora tenía que ayudarla a parir sin tener ningún tipo de entrenamiento ni capacidad emocional para hacerlo. Él pidió ayuda pero la obstetra le respondió que tenía muchos pacientes, por lo que les dio instrucciones para que él comenzara a maniobrar. La tía de Auxiliadora, quien es enfermera, tuvo que rogar para que la atendieran porque se trataba de un bebé muerto. A la 1:00 p.m., Auxiliadora pedía ayuda ⎼estaba segura que se moría. Por fin, alguien la atendió y ordenó que la pasaran a otro salón donde le podrían sacar a la bebé.

En ese salón la esperaban 6 profesionales de la salud.  Uno de ellos le dice al esposo, “A ver, papá, usted levanta la cabeza yo estripo fuerte el estómago”.  Otros dos, por mientras, le levantaban las piernas. El esposo les decía, “Van a reventar a mi esposa ¡ya no más!”.

Antitos de las 2:00 p.m. del 1ro de marzo, Auxiliadora se despidió de su esposo pues creía que no iba a sobrevivir. Al darse por vencida, se dedicó a orar por los médicos porque la estaban matando.  En ese momento, le ordenaron al esposo que saliera. Ella gritaba del dolor mientras le inducían los fórceps.  Después de tanto sufrimiento, por fin sacaron a su bebé.

Auxiliadora fue trasladada al quirófano de emergencia ya que sufrió espasmos severos, desgarros en la vagina y en el muslo derecho. La dejaron internada usando pañal ya que la vejiga se le durmió por los antibióticos y transfusiones de sangre.

Las consecuencias físicas no terminaron ese día. El pasado 7 de octubre –casi 4 años después de la muerte de Nicole– la operaron de una hidrocele (acumulación de líquido en la túnica vaginal) y de rectocele (abombamiento en el espacio entre la vagina y el recto), y le reconstruyeron el recto y la vagina. También le quitaron el útero debido al prolapso que sufrió al realizar un parto vaginal por medio de la maniobra Kristeller (subirse arriba de la mujer y empujarle el abdomen) y el uso de fórceps.

Después le dijeron que le podrían haber sacado  la bebé por cesárea, pero por alguna razón la torturaron por horas de horas. La experiencia de Auxiliadora la traumatizó de por vida. ¿Cuál era la necesidad?

La mayoría de las personas conocemos historias de mujeres a quienes se les irrespeta –pese a ser las protagonistas– durante un proceso tan delicado y vulnerable como el parto. Son cada vez más las mujeres que se han dado a la tarea de denunciar las historias de violencia obstétrica, de solidarizarse con otras que han pasado por la misma situación y de buscar redes de apoyo, además de posicionar sus demandas y buscar un verdadero cumplimiento de la ley.

El ejemplo de Auxiliadora es un caso de óbito fetal, eso es la muerte de un feto después de las 22 semanas, cuando ya está en etapas avanzadas de formación. En este caso, la primera opción, es inducir el parto (se promueven las contracciones con oxitocina) y si no funciona se realiza cesárea.

Esta situación es aún más complicada, ya que en un parto hay colaboración de dos partes, la madre y el feto.  Durante el parto, éste rota y se mueve.  Si muere, no hace nada y esto es traumante y difícil para la madre. En algunos hospitales, como la Carit, las mujeres con un caso de óbito fetal son ubicadas en la Unidad de Cuidados Intermedios (una sala aparte) donde generalmente hay poca gente.  No obstante, la mayoría de los hospitales estas mujeres deben recuperarse en la sala de maternidad junto a otras mujeres y  sus bebés, viéndolas amamantar y escuchando llantos de recién nacidos.

¿Pero por qué?

Continúa en la siguiente página.

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