Cuatro gobiernos de derecha y dos de izquierda en El Salvador. Y la cultura sigue siendo el patito feo…

Ah, sí. Completamente. ¿Qué te puedo decir? Realmente es terrible. [Ríe y decide encender otro cigarro].

El rol de la izquierda partidaria en su primer periodo en el ámbito de la cultura fue nefasto. Otra vez ganó las elecciones y parece que este tema sigue cuesta arriba como víctima hacia el Gólgota. ¿Tiene alguna opinión al respecto?

Nunca es tarde para rectificar, podría ser el momento oportuno ahora. Hay que darle importancia a la cultura y las artes con hechos y no con palabras, dejar de lado los compromisos político-partidarios y considerar personas adecuadas al frente de lo que será un ministerio de Cultura, personas con suficiente preparación y sobre todo, sin ataduras personales y políticas. Personas independientes.

¿Y qué piensa de los artistas que venden sus obras en 50, 75, 80 dólares?

Creo que es un caso que responde a cada artista. Lo que pasa en El Salvador es que todo el mundo dice que es artista, que es genio. A veces creo que hay mucha pedantería, mucha pretensión. De eso sí que me doy cuenta.

¿Hay alguien en El Salvador que en la actualidad le guste como artista?

Me gustan muchos las esculturas de Titi Escalante. Digo esto porque he tenido la oportunidad de ver su obra. Del resto de artistas no he podido. Pero ella sabe que su obra me gusta mucho. También sé que hay artistas salvadoreños que están trabajando mucho y que están teniendo proyección fuera del país. Y eso me alegra. (…) Yo no soy democrática en el arte. El arte es arte o no lo es. Porque debe de haber calidad. Si no la hay, ¿entonces en qué estás?

Yo solo soy el instrumento para que las obras nazcan. Y yo, por mi parte, solo disfruto de la vida.

¿Quiénes fueron sus maestros en El Salvador?

Ninguno.

¿Y cómo se formó?

¿Qué te puedo decir? Recibí clases de dibujo en el colegio. De ahí no tuve profesor. Estuve yendo algunas veces con un padre de la Iglesia El Carmen. Pero lo que más me gustaba con él eran las conversaciones. Te hablo de la época en la que tenía unos 14 años. El resto fue una formación mucho más personal. Porque la pintura para mí es un descubrimiento permanente. O sea: tengo toda la vida para este aprendizaje. Para lo demás no tengo tiempo.

Ah, vaya. Creo que es la primera persona que no me dice que fue alumna de Valero Lecha, Carlos Cañas, Julia Díaz…

Los conocí. No tuve una gran cercanía con ellos, salvo con Julia Díaz. Fue una pena porque a ella la conocía cuando ya estaba bastante grande. Tuvimos una gran amistad. Muy fuerte. Conocí a todos los pintores. El resto es historia.

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Sé que en el país hay muchas obras suyas en manos de coleccionistas o colegas suyos, pero lo piensan dos veces a la hora de intentar mostrarla. A los medios de comunicación el tema está vetado…

En 1990 los medios de comunicación sí se atrevieron a mostrar mi obra. Se mostraron varios desnudos, a pesar de lo conservador que son los medios salvadoreños. Y lo hicieron bien. Pero al final de esa década solo presentaban ciertas partes de las obras. Y sí, hay obra mía en manos de coleccionistas, pero no las conoce el público. Y pasaría como en el programa Arte & Fe Network [programa televisivo de entrevistas con énfasis en las artes plásticas] en el que me entrevistaron [en el mismo contexto de esta conversación con Revista Vacío], pero no salió al aire ni fue presentada porque hubo censura por mis obras. Y era trabajo de la década de 1990, es decir, esas no eran para escandalizar a nadie.

¿Y qué pasa por su mente cuando esto ocurre? ¿O se termina acostumbrando a la censura?

No. Es que esto ocurre cuando entro acá en El Salvador. Y tampoco he tenido exhibiciones por eso mismo. Y finalmente es algo que yo ya sé. Yo quisiera tener una exhibición completa en El Salvador sin censura, por supuesto. (…) Por eso hubo un momento en el que me dije que no quería que el tiempo pasara, que no quería arrepentirme por algo que dejara de hacer. Así me fui a vivir a Nueva York el día 10 de enero de 2001.

Imaginemos un escenario hipotético: hace una gran exposición-retrospectiva. ¿Está preparada para la crítica…?

Desde antes estoy preparada. Y fijate que no creo que las críticas sean desfavorables…

Quizás la palabra “crítica” no sea la más acertada. La cambio por “rechazo”.

Ummm. No sé quién pueda rechazar una obra como la mía. [Sonia Melara suelta una carcajada] La verdad, no sé. Lo que podría encontrar es que a la gente no le guste, porque todos tenemos diferentes gustos.

Yo no sé cómo funciona el mercado del  arte, pero tengo la impresión de que usted es la artista salvadoreña a la que le pagan bien por su obra. Del lado de los hombres creo que está César Menéndez.

Y no te equivocás. Y te puedo decir que quizás estoy por encima de César Menéndez. Y puede ser que César se enoje. Mis obras están muy bien [cotizadas] afortunadamente. Y eso no es Sonia Melara, es la obra de Sonia Melara. Yo solo soy el instrumento para que las obras nazcan. Y yo, por mi parte, solo disfruto de la vida.

Y con todo esto que ha dicho, ¿aún anda en la búsqueda de la obra perfecta, de su propia obra maestra?

Antes andaba con eso, ahora no. Quería que en una obra estuviera el todo, pero ahora estoy muy relajada. Estoy en otra etapa, porque todo en la vida es parte de un proceso. La obra no parece espontánea, pero eso es lo que he sido en mi trabajo: espontánea. En esta etapa de mi vida me siento menos agobiada. He entendido que cada obra tiene su momento y ese momento es congruente con lo que vivís en cada etapa de la vida. Y eso creo que es lo importante: que la obra sea congruente con la etapa de tu vida para que tenga algo que expresar. Cuando deje de sentir eso, sencillamente dejaré de hacerlo, dejaré de crear.

Usted ha dejado ver que lo que quiere, lo hace. Pero no todo se puede tener en esta vida, tampoco creo que eso suceda en el más allá. ¿Hay algo de lo que se lamente en esta etapa de su vida?

Lamento que la vida sea tan corta para tantas cosas que quisiese realizar. Pero esa ha sido mi preocupación permanente, no solo en esta etapa de mi vida. También lamento haber declinado las oportunidades profesionales que se me brindaron en Estados Unidos, Italia e Israel en la década de 1990 por regresar a El Salvador y permanecer ahí por todos esos años. Sin embargo, esas decisiones me permitieron compartir un valioso tiempo con mi familia. La vida no es perfecta, y no podemos tener todo al mismo tiempo.

Y cuando fallezca, ¿cómo quiere que la recuerden?

Guau… [La artista suelta otra larga bocanada] Quiero que me recuerden como una persona que vivió intensamente.

 

 

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