Ya todo el mundo conoce la infamia de la Banca Kristal, pero casi nadie conoce cómo es, qué se hace, para qué sirve. Nuestra colaboradora Marysela Zamora fue a probar en primera mano la experiencia del banco que amamos odiar.

Hace poco más de un mes Costa Rica entera se indignó por la banca rosa, alias “Banca Kristal”. Visto desde afuera pareciera que hablamos de la casa de los ositos cariñositos, de un emprendimiento en algodones de azúcar, o de la casa de las princesas y Barbies. La historia contemporánea que ha infantilizado a las mujeres por años y que, abrazada del marketing, sigue reforzando los estereotipos más absurdos sobre la naturaleza de las mujeres.

Como tenía que conocerla por dentro, me presenté en la sucursal de San José centro.  Tan pronto entrás al lugar, te invade un olor a perfume ambiental de frutas, muchas pantallas alrededor, y una organización del espacio íntima, casi de amigas tomando café. Una muchacha, posiblemente de mi edad, se me acercó.  Yo le dije que quería información para emprendedoras y me tomó los datos, que a la vez incorporaba en un formulario en un iPad muy rosado. También fui víctima de ese color, de su estereotipo, de su cadena de mentiras.  Llega a mi celular una notificación de  correo electrónico. Ya estaba hecho: estaba en su base de datos.

Tenía que ver ese e-mail. Abro el correo para encontrarme con un banner sobre el “futuro”:

Respiro profundo y cuento hasta 10 ¡No es posible que la única cosa que se le pudo ocurrir a Banca Kristal en relación con las palabras “futuro” y “mujer” sea un vestido de novia! 1, 2, 3, 4…. Una señora de Desamparados se sienta a esperar a mi lado y me pregunta: “¿Es la primera vez que viene, muchacha?”.  Le cuento que solo ando en busca de información. “Yo me vine a hacer una cuenta bancaria, dicen que esto es para mujeres y que con 5000 colones ya está hecha”, dijo la señora. No se podía desperdiciar la oportunidad entonces tuve que preguntarle: “Señora, ¿y a usted le gusta el rosado?”. Se le miraba confusa y medio me respondió que sí.

Al frente, una mujer que parece trabajar en ventas habla de créditos con la consultora. También está su hija de –tal vez– 7 años, quien le enseña los juguetes que tiene en la mano. Ya era mi turno y otra joven me pasa a una mesa con otra consultora.  No hay vidrios de por medio; ofrecen café, té o tal vez un poco de agua. Hay una pequeñita sala de juegos donde hay 2 niñas jugando. La consultora me abría una cuenta bancaria y me convencía que volviera al Banco de Costa Rica a través de ellas, “No me gusta la página web”, le dije.

De los bancos que he utilizado, Banca Kristal tiene el ambiente más amigable: las consultoras fueron extra amables y explicaron todas las opciones de crédito para emprendedoras. Hablaron exhaustivamente de todos los beneficios del banco: las tarjetas cashback, los “kristales”, el “dígale a una amiga”; es decir, lo normal. El sólo hecho de tener una sala de juegos hace la diferencia para miles de madres solteras.  Si es así, ¿porqué no lo pueden hacer todos los bancos?

Banca Kristal y sus servicios se asemejan a los de BN-Mujer: el corazón de ambos proyectos es compartido. Sin embargo, las alianzas estratégicas que tiene el Banco Nacional con el INA, los coloca en una posición de mayor seriedad ante el tema. El Banco Nacional, en convenio con el INA, cuenta con una plataforma virtual de apoyo a PYMES, en la cual expertos en distintos temas asesoran gratuitamente a emprendedoras con sus empresas.  Así ofrecen servicios como elaboración de planes de negocio en línea, proyecciones financieras y planes de mercadeo.  Además, cuentan con un chat en línea, una línea de teléfono a disposición y foros de discusión sobre temas relevantes para el sector.

Aunque me hablaron de asesoría en la Banca Rosa, no me mandaron a ningún lugar ni supe donde podía tener la asesoría. Parece  ser solo una promesa de campaña.

Tener un banco especializado en mujeres no es un privilegio

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Independientemente de lo nefasta que haya sido la estrategia de publicidad y mercadeo de Kristal o su incómoda tasa rosa aplicada a sus tarjetas de crédito, tener un banco especializado para las mujeres no se trata de un privilegio o una “ayuda”.  Esta se trata de una necesidad. Las iniciativas para insertar a las mujeres en el sistema financiero y crediticio son de carácter ineludible y urgente.

De acuerdo con el Banco Mundial y ONU- Mujeres , “las mujeres tienden a tener menor acceso a las instituciones financieras y mecanismos de ahorro formales.” Pero no es sólo eso, la participación de mujeres en el mercado de trabajo sigue siendo baja en comparación con los hombres (47,1% contra un 72,2%).  Alrededor del mundo, las mujeres ganan entre el 60% o 75% del salario de los varones. Y muy a pesar de estos números, el comportamiento financiero de las mujeres se traduce en beneficios positivos para sus familias y comunidades. Es decir, multiplican la riqueza.

Un banco nuevo no va a cambiar esta historia. Pero las instituciones que instrumentalizan políticas de igualdad de género podrían contribuir a acelerar la historia. Alrededor del mundo, las mujeres son las menos letradas en temas financieros.  Las personas letradas financieramente tienen capacidad de hacer decisiones bancarias informadas en relación con ahorros, inversión, créditos y demás. Privar a un ser humano de conocimiento financiero le deja una posición de aislamiento económico en tiempos que los productos financieros cada vez son más complejos, y que parecieran estar más abiertos a un mayor número de personas.

Es en este punto que te das cuenta que efectivamente todo puede ser peor. Podés ser una mujer de Yemen, de Sri Lanka, Arabia Saudí o podés estar sentada en un edificio rosado con 5,000 colones en el bolsillo; un castillo de princesas como leitmotiv de la navidad Kristal en frente y una imagen en el celular que dice que el futuro es ser una novia.  En un pequeño país como Costa Rica, tenemos acceso a lo que muchas no tienen: una cuenta bancaria. Aunque seamos privilegiadas, seguimos pagando un costo.

Retemos a Banca Kristal a invertir en las mujeres, no como clientes, sino como lideresas y a que programas de educación financiera –articulados, amarrados de instituciones con experiencia– sean implementados.  Desafiemos para tener un banco para mujeres no sea un “producto bonito del BCR”, sino que tener un banco para la mujer debería significar que se adopten las grandes luchas que tenemos pendientes en materia financiera que obstruyen el camino a la igualdad.

Apostemos no sólo por las mujeres rosadas, sino por las púrpura, las azules, las amarillas e instémosla a proponer nuevas feminidades, a fortalecer las heroínas multicolor.  La diversidad que nos habita es tan inmensa como el error ortográfico cuando deletrean Cristal.

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