Juguemos a un escenario hipotético. ¿Qué haría si fuera papa? ¿Habría hecho reformas?

Ah, por supuesto que sí.

¿Permitiría el matrimonio entre personas del mismo sexo…?

Claro que sí.

La religión ha marcado su vida. ¿Con qué personaje bíblico se hubiese tomado una  botella de vino y le hubiese pedido que posase para usted?

Con Jesucristo y con María Magdalena, por supuesto. En el Antiguo Testamento también hay personajes fascinantes como Lot y sus hijas. Abraham, Sara. Los incluí en algunas obras durante la década de 1990. Algunas historias son extraordinarias y bizarras así como los personajes e historias de la Mitología Griega.

Yo no soy democrática en el arte. El arte es arte o no lo es.

Es interesante cómo ha forjado su camino. Muy a solas. No es como el resto de artistas que tienden a ser  gregarios. Muy de clubes.

Sí, por eso me fui a vivir a Nueva York. Siempre quise vivir ahí. Y es que no podés pasar todo el tiempo dándole explicaciones a la gente. Ahí está la obra y esa es la que habla. Aunque fíjate que soy una persona muy social. No necesariamente con pintores, sino con gente de otras disciplinas. Siento que así estoy aprendiendo permanentemente. Nueva York es muy demandante en todo sentido. Y mi disciplina es muy particular. Yo puedo pasarte días sin dormir a la hora de crear, aunque también me encanta dormir. Y eso es lo que me encanta de mi vida que no tiene horario.

No todos los artistas de Latinoamérica pueden tener su estilo de vida. Y alguien se puede preguntar por qué usted sí y otros artistas no.

La única respuesta que tengo es que la obra es la que se abre camino. Ella me permite el estilo de vida que llevo y que tengo. Y como no puedo ser papa, tengo que ser artista. [Sonia Melara suelta una carcajada].

Sonia Melara

Sonia Melara

 

¿En qué momento decide que su narrativa será el cuerpo humano y que va a sazonarlo con el erotismo y la religión?

Fue un proceso. Un gran reto para mí fue el dibujo. Además, el cuerpo humano me permite expresarme en una sociedad con una gran carga religiosa muy fuerte. También pasé toda mi niñez y adolescencia en colegios católicos. Es el mundo que conocí, pero el que también querés entender. Entonces, lo que trato con mi obra es entender. Eso es lo que yo aún estoy haciendo: un proceso de conocimiento. Así logro conocer el mundo y conocerme a mí. La carga religiosa tan fuerte que sentía va perdiéndose en mi obra más reciente. Y quizás al estar en Nueva York me he sentido más abierta, he podido abordar otras cosas, otros temas.

Hay un énfasis en la sexualidad, me parece…

¿Eso creés? Bueno, no creo que sea algo que yo haga  tan consciente. En algunas obras, sí. En Parsifae y el Toro creo que fue muy evidente. Ha sido de las obras más complejas que he hecho. Me costó mucho… Es una manera de sexualizar. He querido quitar esa censura, la aversión al sexo, a la cuestión gay, por ejemplo. Esas cosas solo nos llevan a divisiones y restricciones entre nosotros. Y sin ninguna base.

¿Alguna vez se planteó la desnudez corporal de Dios?

Precisamente, lo que he estado haciendo con mis obras es sexualizar la religión. No sé si a Dios… Cristo como tal era un humano. Cualquier religión tiene más de humano que cualquier otra cosa. Y creo que deberíamos intentar, primero, entendernos como seres humanos. Por eso creo que no tenemos que avergonzarnos ni censurar lo que somos. No debemos ponernos como mojigatos. Y eso sucede por la ignorancia. Deberíamos empaparnos más en los temas.

¿Y qué ha sobrellevado mejor: la censura de las galerías, la de los museos, la de los medios de comunicación o la censura de sus colegas? ¿O todo esto le ha sido indiferente?

Esto para mí no es indiferente, pero no es algo que me perturbe. Estas cosas las dejo pasar porque no te podés detener en eso, porque hay otras cosas que enfrentar. Uno no puede perder el tiempo. Lamento la censura, pero no permito que eso me perturbe o me cambie. Ni a mí ni a mi obra.

En El Salvador todo el mundo dice que es artista, que es genio.

¿Se ha sentido rechazada por su honestidad?

No. Y quizás eso se lo debo a la familia que tengo. Siempre me he sentido fuerte ante el mundo. Esa fortaleza viene de la familia y viene del amor. Donde he sentido, no discriminación, sino la diferencia por ser mujer es en la religión, porque yo había pensado en ser sacerdote y no se puede. Ahí sí sentí esa limitación. Porque yo, sinceramente, me considero ser humano antes que hombre o mujer.

Antes mencionó la importancia del dibujo. Eso está claro en su obra. Pero ahora parece ya no importar al resto de creadores. Incluso hay una broma: los artistas que hacen abstracto lo hacen porque no saben dibujar…

Yo soy amante del dibujo. El dibujo es muy importante. Yo nunca he sido de obra abstracta. Eso no quiere decir que no la aprecie en otros. Hace poco los fondos de mis obras están cobrando mucho más protagonismo. No es esa mi intención, pero lo he estado viendo. Es probable que haga el experimento. Yo no me restrinjo. No me lo permito. Yo me dejo fluir.

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