Una conversación con Nick Chaplin, el bajista de Slowdive, sobre el poder de los medios y lo que implicó volver a la banda después de veinte años de silencio.

Después de la entrevista, Ronald y yo decidimos que esto era un trabajo a cuatro manos. Era lo apropiado; si bien las historias de cada uno tienen una forma distinta, nuestras rodillas temblaban de la misma manera cuando estábamos en la fila de prensa en el Festival NRMAL, a pocos metros de Nick Chaplin y Simon Scott, el bajista y el baterista de Slowdive. Habíamos casi que perdido la esperanza de hablar con ellos, de no haber sido porque, en ese momento en específico y mucho antes de lo agendado, ellos estaban ahí.

Mientras esperábamos, yo traté de acomodar la configuración de mi cámara, varias veces. (Para quienes apenas llegan, aquí está la primera parte de mi odisea). Ninguno de los dos hablaba. Hacía unos cinco minutos, la encargada nos había mencionado la posibilidad de no realizar la entrevista. Los medios eran muchos y sólo dos de los miembros estaban presentes. El día antes, Ronald había escuchado que Rachel estaba enferma y su vuelo había llegado más tarde que el resto de la banda.

“La primera vez que escuché a Slowdive fue a principios de los noventas”, me contó Ronald después de la entrevista.  “Mi hermana, que estaba en su época de Dead Can Dance, llevó un cassette a la casa y lo puso en el equipo. Era el Just for a Day y sonó la primera pieza, Spanish Air. Yo estaba en mi época grunge y era probable que mi reacción debió ser de rechazo total, pero no fue así.”

“Spanish Air y la piezas que siguieron me abrieron las puertas a otro mundo. Ese sonido que llena todo, en mi opinión erróneamente llamado Pared de Sonido (ver recuadro), las posibilidades inesperadas de la guitarra eléctrica (algo que se amplió cuando mi primo me pasó un mixtape que abría con 100% de Sonic Youth), la voz como instrumento. A partir de Slowdive conocí a bandas como My Bloody Valentine, Lush y Curve.

Slowdive en el Festival NRMAL. Nick Chaplin.

Slowdive en el Festival NRMAL. Nick Chaplin.


En la época era muy difícil tener noticias e información sobre bandas no tan populares, así que yo ignoraba por completo que estas formaran parte del Shoegazing, que la prensa inglesa se refiriera a ellas peyorativamente como ‘the scene that celebrates itself’ (en español, ‘la escena que se celebra a sí misma’) y que todas se separan pocos años después. Tal vez esa descontextualización fue determinante en que ese sonido fuera una importante influencia en mi creación musical y que me acercara por consideraciones puramente musicales (y subjetivas) al post rock.”

Mi caso fue distinto. Conocía a My Bloody Valentine y a The Jesus and Mary Chain desde el colegio, pero no supe de la existencia de Slowdive hasta años después. No fue una banda que me impactó la primera vez que los escuché.  Más bien, ellos fueron gustándome con el tiempo. Al principio era Ronald que ponía los acetatos de Slowdive, y poco después era yo quien los buscaba y los ponía sobre la tornamesa. Es una de las bandas que me gusta escuchar mientras escribo (y definitivamente escuché mientras escribía esto).

Y ahí estábamos, haciendo fila y esperando nuestro turno. Teníamos miedo de que la organización nos dijera que ya no habían más entrevistas. Y bueno, el titular cambiaría a algo como: “Alegrón de burro o el momento que casi entrevistamos a Slowdive”. Pero no fue así. Unos veinte minutos más tarde, la organización decidió separarlos porque eran muchos los medios y era más fácil. Nos dirigieron a una de las salas donde estaba sentado Nick Chaplin, el bajista.

¡Y pensar que tanto la prensa como la crítica los había destrozado unos veinte años antes! Dave Simpson, uno de los críticos de Melody Maker en los noventas, declaró en su reseña de “Souvlaki” que prefería “morir ahogado en una tina de avena que escuchar ese disco de nuevo”. Odioso, ¡la avena es deliciosa!

Slowdive

Rachel Goswell

Si ubicamos un review como ese en el contexto actual, podemos estar muy seguros que no tendría el alcance que tuvo. “La prensa inglesa en particular era muy poderosa en ese momento, y la gente no tenía forma de conectar con sus bandas preferidas que no fuera por medio de Melody Maker o NME”, nos indicó Nick Chaplin.

Los medios eran tanto difusores como influenciadores en la opinión pública. Y si una banda, o mejor dicho, un género no estaba a la altura o cumplía con las expectativas de quienes manejaban la noticia, entonces bien podría ir planeando su funeral. Y eso fue justamente lo que ocurrió.

Una a una, y conforme la popularidad de bandas como Blur, Oasis y Radiohead iba en crecimiento, las bandas de shoegaze fueron desintegrándose. La falta de apoyo por parte de los medios junto con los altos costos que muchas requerían (My Bloody Valentine llevó a su disquera a la quiebra con Loveless) causaron su desaparición en cuestión de dos o tres años.

Slowdive no fue la excepción.

¿Entonces qué fue lo que motivó el regreso de muchas de ellas?

En primer lugar, su influencia. Aunque estas bandas no lucraron en su momento, la escena shoegaze abrió el espacio para la creación de proyectos como Smashing Pumpkins y Nine Inch Nails. El mismo Trent Reznor lo afirma en el documental, Beautiful Noise: “Si medimos el éxito por la cantidad de discos vendidos, entonces estas bandas no fueron exitosas. Pero si el éxito se define por la influencia, entonces la historia es distinta”.

Los medios también cambiaron. El mismo Nick nos indicó: “La gente saca su información en línea de sitios como Pitchfork y Consequence of Sound y todos esos, que son muchísimos menos críticos y muchísimo más factuales…. La idea central es que la gente puede escuchar [la música que le gusta] en línea y puede buscarla en YouTube o Spotify.”

Agrega, “Hay muchas críticas porque no le pagan mucho a los músicos. Pero hay cosas buenas y malas respecto a eso, y no hemos logrado averiguar bien cómo trabajar con eso.”

Slowdive regresó a los escenarios en el 2014, y desde entonces han estado de gira por todo el mundo. Pero, ¿cómo fue volver a empezar? ¿Tenían el equipo y los instrumentos guardados en alguna esquina de sus casas?

“[Empezamos con equipo] completamente nuevo. Neil ni siquiera tenía una guitarra eléctrica y tuvo que pedir una prestada porque llevaba casi 20 años tocando una guitarra acústica. Tuvimos que pedir guitarras prestadas. Yo tuve que comprar un bajo porque no tenía uno.”

Neil Halstead

Neil Halstead

Era casi como si la banda, en muchos sentidos, se hubiese perdido en el tiempo. Para quienes se mantuvieron relativamente inactivos durante ese tiempo, tenían que empezar de cero. “Estábamos acostumbrados a estos [pedales] Yamaha FX500 y cada vez que los usábamos sonaba como una lavadora, pero tocábamos con ellos de todas maneras. En cambio, ahora, los pedales son tan buenos que no tenemos que usar esos Yamaha FX del todo.”

Volver a la escena implicaba, también, volverse activos en redes sociales. “Todos estamos en Twitter. Y todos estamos en ese tipo de cosas y no creo que nadie estuviese antes [de volver]. No todos desaparecimos, eso sí. Algunos nos quedamos en la música y algunos no.”

A casi dos horas de su presentación, Nick nos contó que tanto Neil como Rachel estaban enfermos, y que el resto del equipo se había contagiado. Aún así, el concierto seguía en pie.

Ya para este momento, una de las organizadoras nos estaba haciendo señas. Era hora de terminar e irnos. Pero había algo después de hablar con Nick que, al menos a mí, comenzó a incomodarme. El caso de Slowdive no es único: a pesar de su influencia, sus problemas no han sido distintos los mismos que padecen muchas escenas (en especial si es la escena musical alternativa) en la actualidad.

Tanto Nick como el resto de los integrantes de Slowdive (de esto se excluye a Neil y a Rachel) no fueron capaces de vivir de la música. Un Noel Gallagher o un Damon Albarn puede hacerlo, pero esto no es absoluto para todos los géneros y todas las escenas. La forma en la cual la industria musical está estructurada no permite que exista una “clase media musical”. Están los que pueden vivir de ello y los que optan por tener la música como su trabajo de medio tiempo.

Si usted conoce a alguien que desea hacer de la música su carrera, piense en lo complejo que puede ser hacer música: es un proceso creativo difícil, en muchas ocasiones mal remunerado y con espacios limitados a nuevas propuestas. ¿Esto es normal, o bien, justo?

Claro que no.

Al día siguiente, como a medio día, nos topamos a Neil Halstead cerca de una librería. Yo no podría reconocer a nadie (llámese Keylor Navas o la Reina de Inglaterra) si la tuviera a mi lado, pero Ronald lo llamó por su nombre. Es mucho más flaco y alto de lo que imaginaba.

No nos escuchó. De haberlo hecho, quizá, la historia sería otra.

Hundirse en ruido

La Pared de Sonido (“Wall of Sound”, en inglés) es técnica inventada por Phil Spektor y luego perfeccionada por personas como Brian Wilson y Kevin Shields que consistía en replicar las melodías interpretadas por la banda, pero con instrumentos disímiles. El objetivo de esto, junto con el uso de cuartos de reverberación (reverb chambers), era producir un sonido “grande” (entiéndase como lleno y denso). Esta fórmula tiene sentido con mezclas que son monofónicas con el propósito de contrarrestar las limitaciones de la época.
Slowdive, por otro lado, se encuentran una suma de capas de distintos sonidos, principalmente producidos guitarras con mucho reverb o delay que entran por distintos lados del espectro estéreo y se mueven. Es decir, el sonido da más el efecto de estar sumergido en algo, y no de chocar contra algo.


Fotos por Sofía González y edición por Pablo Murillo. La entrevista fue realizada por Ronald Bustamante.

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