El placer en un país tropical donde sus habitantes aún conciben públicamente el cuerpo como un instrumento del pecado.

«Casi nadie sabe que casi todo el mundo lo hace».

Los anormales (1999), Michel Foucault

Recuerdo cuando tenía 7 años y vi como Chucky se masturbaba y, sin saber qué estaba haciendo aquel muñeco, yo solo reía porque los demás lo hacían.  O también,  cuando fui al estreno de Transformers, con 10 años, y en una de las escenas los padres de Sam Witwicky, al ver que su hijo no salía de su habitación, decían: «Se está masturbando». En esa ocasión, le pregunté a mi mamá qué era aquella palabra.  Una mujer cerca de nosotros se rió, aliviada de no estar en la posición de mi madre: «Cuando seás más grande te explico…», me dijo. Al día siguiente, le pregunté a mi mejor amigo, quien no dudó en explicarme sobre aquella palabrota «que solo sabían los grandes»…

La masturbación es la estimulación de las zonas erógenas para causar placeres, con uno mismo u otra persona: desde la masturbación anal hasta la genital en sus diferentes formas, tamaños, frecuencias, precios e intensidades. Siempre ha sido un tema de atmósferas acaloradas y congojas hilarantes en Costa Rica. Un país tropical donde sus habitantes aún conciben públicamente el cuerpo como un instrumento del pecado.

masturbación

En el lenguaje coloquial, la masturbación se conoce por medio de palabras risibles y grotescas: «jalársela», «ordeñarse», «pajearse», «meterse el dedo», «sacudir la nutria», «ahorcar el pato», «regarse». «Les salen pelos en las manos» decía, riéndose, mi maestra de Ciencias, mientras todos nos veíamos inmediatamente las palmas. No así las mujeres, a quienes la exploración del cuerpo les ha sido prohibida por quienes visualizan el placer sexual femenino como potencial de maldad y perversión apocalípticas.

Para los ticos y ticas, la sexualidad es un tema de chota y comedia podemos ver ejemplos de esto en obras cómicas taquilleras: Dos arriba y uno abajo, Las mujeres son cosa de hombres, Chingos o nada.  La sexualidad y la masturbación es pocas veces serio o importante; y cuando lo es, se vuelve una discusión exclusivamente para adultos.  Se llena de tabúes, prohibiciones, laberintos, secretismos y silencios que terminan en un desconocimiento de los placeres propios y, por ende, de los ajenos. Tampoco se trata de concebir la sexualidad con la seriedad propia de una Carta Magna, sino de darle su tinte relevante, ni moralista ni superficial.

Según la II Encuesta Nacional de Juventudes (2012-2013), en promedio el 73% de la población joven entre 15 a 35 años no ha recibido información en sus familias sobre aspectos como el placer y disfrute de su sexualidad o el funcionamiento de sus órganos reproductivos. Es decir, se evita el tema de la masturbación porque incomoda el carácter moralista y cristiano de las familias tradicionales. Existe una gran cantidad de mitos y mentiras en torno a tal práctica, y su único objetivo es evitar el autoerotismo y la autosatisfacción.  La «infertilidad», «enfermedades mentales», «las personas adultas mayores no lo hacen», » acné»… todas son puras mentiras. Gracias a las revoluciones sexuales, los ambientes culturales han cambiado y ahora la estimulación individual es más asimilada, sin importar el género o la orientación sexual.

masturbaciónDesde la infancia, tenemos ese impulso instintivo a descubrir nuestros cuerpos, a explorar esas zonas tibias que, mientras crecemos, censuramos por temor a ser juzgados como pervertidos o raritos. ¡Que en preescolar se enseñen los cuerpos enteros con todas sus partes! No muñecos asexuados, deshumanizados y censurados por un sistema con miedo al alcance de las sotanas. De esa forma, la masturbación en la adolescencia pasará de ser vigilada y castigada a libre e informada.

No es un secreto que los y las costarricenses tenemos doble moral hasta en la intimidad. De forma que, si quienes vociferan contra la masturbación a plena luz del día, durante la noche disfrutan de esa autoestimulación que provoca un mejor conocimiento del placer individual: no debemos extrañarnos.

La masturbación es una forma de hacer el amor con uno mismo (o con otra persona, , siempre y cuando las condiciones sean voluntarias y se conozcan bien los cuerpos). No debemos limitarnos sexualmente por prejuicios apolillados.  Más bien, debemos hacer de ellos una motivación para romper tabúes con información, convicción y erotismo. Mastúrbemonos o no, es decisión de nosotros y nosotras. Desmitifiquemos. Hagamos de lo prohibido algo conocido, y a partir de ahí del placer un derecho humano sin censuras.

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