Existe una epidemia de soledad en la humanidad, una de cada cuatro personas se siente sola, es un problema de salud pública y ambiental. Cada vez nos alejamos más de la otredad y consecuentemente buscamos llenar nuestros vacíos con likes, objetos, sexo y drogas.

No soy experto ni profesional en salud mental. Todo lo que escribo a continuación lo hago desde mi experiencia como persona cisgénero, bisexual predominantemente homosexual, sobreviviente psiquiátrico, portador de trastorno bipolar. Quiero compartir con ustedes una parte de mi historia y ciertas herramientas que me han funcionado para mantener un buen nivel de salud mental. Cada persona tiene necesidades diferentes: como vos no hay dos.

Está bien no estar bien. La salud mental es tan importante como la salud física de nuestros cuerpos; sin embargo aún es tema tabú en nuestra sociedad y muchas otras alrededor del mundo. No existe un consenso en cuanto a la definición de salud mental, no obstante la Organización Mundial de la Salud (OMS) la describe como “un estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

Fui diagnosticado con bipolaridad a inicios del 2013. Una enfermedad mental severa que se caracteriza por marcados cambios en el ánimo que oscilan entre manía y depresión. Los períodos en que me siento deprimido pueden alternar con períodos de euforia, actividad, malhumor e irritabilidad. Me informaron que era una enfermedad incurable que sólo iba a empeorar con el tiempo, pero que se podía tratar con medicamentos y terapia.

El arte fue en gran medida lo que me permitió salir y sanar durante mis episodios más profundos de depresión y manía. Comencé a hacer malabares, a dibujar y a pintar, estas actividades me llevaron a experimentar un estado mental de flujo. La expresión artística me mantuvo vivo en mis momentos más difíciles, me ha permitido expresarme de manera muy diferente, con colores, imágenes, composiciones y símbolos.

Fotografía por Alejandro Ibarra.

Leí libros y vi documentales sobre el bipolar y su relación con la creatividad y el arte: descubrí una sensibilidad especial. Me interesé mucho por artistas como Virginia Wolf, Lily Allen, Vincent van Gogh, Carrie Fischer, Oscar Wilde, Jackson Pollock, Marilyn Monroe, Kurt Cobain, Nina Simone, Robin Williams, Stephen Fry, Amy Winehouse, Sinéad O’Connor, que tienen o tuvieron bipolar; personas increíblemente sensibles, creativas y prolíficas cuyos contextos muchas veces no parecen comprenderlos, pero que han dejado tras de sí obras maravillosas que les inmortalizan.

Uno de mis primeros recuerdos de infancia es estar en el consultorio de una psicóloga infantil porque mis padres se iban a separar. Yo tendría unos 6 años, la psicóloga tenía un montón de juguetes en su consultorio y me dijo que podía jugar con los que yo quisiera. Me dijo que estaba bien si quería jugar con las muñecas o barbies. Topé con una psicóloga que no juzgaba a sus pacientes, como debe ser. Desde ese momento hasta hoy he asistido, con mayor o menor frecuencia, a consultas en salud mental.

Cuando me sentí confundido sobre mi sexualidad, el terapeuta me explicó que la sexualidad humana está constituida por varios elementos: el sexo biológico (es determinado por nuestros cromosomas -tales como XX o XY- nuestras hormonas y nuestros genitales internos y externos. Típicamente, se nos asigna el género masculino o femenino al nacer), la identidad de género (se refiere a cómo nos identificamos nosotros/as mismos/as en términos de nuestro género), la expresión de género (características físicas, de comportamiento y presentación de un individuo que están relacionadas tradicionalmente tanto a la masculinidad como a la femineidad, tales como: apariencia, vestir, formas de expresión, patrones de habla e interacciones) y la orientación sexual (emociones internas acerca de quiénes somos y por quiénes nos sentimos atraídos emocional y sexualmente).

Esta explicación me abrió los ojos al abanico de posibilidades que implica la sexualidad, fue crucial para el desarrollo de mi propia identidad, sexualidad y su exploración. No crecí en un ambiente donde la homo-bisexualidad o travestismo fueran aceptados o vistos como una características positivas en las personas. No me sentía cómodo discutiendo mis cuestionamientos con la mayor parte de mi familia.

A los 19 años me animé a hablar con mis papás y les conté sobre mis inquietudes en cuanto a mi orientación sexual. Su reacción no fue nada buena al principio, pero mejoró mucho con el tiempo. En ese momento me sentí increíblemente vulnerable, pero fuerte y aliviado por haberme quitado un peso enorme de encima. Ahora mi familia es de mis grandes aliadas, una suerte de viento bajo mis alas.

Soy consciente del privilegio que significa contar con el apoyo familiar. En muchas ocasiones cuando una persona revela a su familia sus cuestionamientos sobre su sexualidad es expulsada, expresa o tácitamente del hogar.

Junto con la muerte, la tortura y la persecución, la expulsión del hogar es una de las mayores discriminaciones que las personas no heterosexuales podemos sufrir. Esta implica perder el apoyo familiar, “deshonrar” a nuestra familia, así como la interrupción o dificultades en los estudios por pérdida de la ayuda económica/emocional que nos da la familia. Los efectos de la falta de vivienda son enormes, desde cuestiones de salud hasta el aislamiento total del ser.

La expulsión (o huída forzada) puede ser en ciertos casos preferible que exponerse a constantes abusos físicos y psicológicos por parte de la familia. La expulsión no es bajo ningún parámetro una tensión normal de la vida y claramente puede perjudicar la salud mental de quien viva esa situación.

En Costa Rica existen varios organismos e instituciones que se encargan de proveer asistencia a personas en situación de itinerancia y riesgo psicosocial; sin embargo no existe aún un centro especializado para la atención de la población no heterosexual.

Ilustración por Ethan Barry Murley.

Mis instrumentos de viaje:

La resiliencia consiste en la habilidad de “rebotar” de experiencias estresantes y el acercamiento a eventos negativos de maneras constructivas. Todas las personas podemos ser resilientes, es una cualidad que se puede aprender y cultivar. Su poder es enorme y es una de las herramientas más útiles que tenemos a nuestra disposición. Las personas resilientes se recuperan más rápido de situaciones difíciles y a menudo aprenden más y sacan mayor provecho a raíz de la experiencia.

Debemos ser conscientes de que podemos cambiar nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras acciones y comportamientos por otros más positivos y constructivos cuando sea necesario para cambiar nuestras realidades. El cambio empieza desde adentro.

Es muy importante cultivar redes sociales saludables, tanto para la vida real como para la vida virtual. Las buenas amistades pueden celebrar nuestros buenos momentos, así como proveer apoyo emocional e instrumental en los momentos difíciles. Aprendí a rodearme de personas maravillosas que me entregan mucho amor y compasión; de esta manera me liberé de las terribles garras del “¿qué dirán?” que tanto nos limita para ser quiénes somos en realidad.

Cultivar la compasión y el altruismo, ayudar a otras personas sin esperar algo a cambio, me ha permitido experimentar un mejor nivel de salud mental. Servir a otras personas aumenta mi bienestar, satisfacción con la vida, empatía y gratitud. Adicionalmente, me da una perspectiva más balanceada entre mí mismo y los demás.

Las drogas, todas, tienen efectos diferentes y afectan de manera distinta a cada persona. Yo he probado algunas: legales, ilegales, aceptadas, rechazadas, con y sin receta. Mi favorita por mucho es la hierba, la consumo a menudo y me ayuda con mis cambios de humor. Me relaja, me mantiene creativo, sereno, compasivo y de buen humor, no interrumpe mi rutina y he aprendido mucho gracias a sus efectos sobre la conciencia y los sentidos. Sobre este punto quiero recalcar que hablo desde mi experiencia personal. Cada quien es libre de hacer y experimentar lo que quiera, pero todo abuso es perjudicial y ninguna droga es necesaria para ser verdaderamente libre.

Existe una epidemia de soledad en la humanidad, una de cada cuatro personas se siente sola. Resulta difícil hablar del tema de la soledad, pero es un problema de salud pública y ambiental. Cada vez nos alejamos más de la otredad y consecuentemente buscamos llenar nuestros vacíos con likes, cosas, sexo y drogas. Es importante analizar cuidadosamente cuál es la razón detrás de nuestro consumo.    

Consumo responsable. En el centro de la cultura del consumo se encuentra la idea de que tener riqueza o cosas nos permitirá satisfacer nuestras necesidades y acercarnos a nuestra identidad ideal. Los objetos materiales a menudo son equiparados con atributos como el éxito y la felicidad. Me di cuenta que las posesiones no construyen el carácter o cualidades personales estimables. Por el contrario, descubrí que entre más consumo más desecho, entre más cosas tengo, menos libre soy.

Experimentar mi espiritualidad. Crecí en un ambiente católico, escuela católica, colegio católico, bautizo, primera comunión, confirmación, todo el kit. Cuando mis comportamientos y creencias se volvieron demasiado pecaminosos para el dogma católico, mandé la culpa por un tubo y me separé inevitablemente de dicha institución. No creo que para tener una relación con Dios o matar el ego sea necesario pertenecer a ninguna religión. Existen muchas maneras de experimentar positivamente nuestra espiritualidad, por ejemplo: pasar tiempo en la naturaleza, usar la creatividad y el arte, practicar la meditación o la oración y/o participar en una comunidad de fe.

Acceso a la información. Poder acceder a información clara y veraz sobre otras personas como yo y sus experiencias me ayudó muchísimo, tanto en la exploración de mi identidad sexual, como de mi salud mental. La Internet fue súper útil para conseguir recursos e informarme, pero esta red aguanta lo que le pongan: no siempre es veraz, no siempre es exacto. La literatura, la poesía, el arte visual, la música, las teorías, las revistas, las tiras cómicas, las fotos, las pelis, las series de TV, los documentales, los videos de Youtube y de Youporn, todos me han enseñado y mostrado muchas cosas de las que nadie nunca me habló.  En relación con este punto, les invito a participar en un proyecto: crear un espacio seguro, biblioteca y centro comunitario de Orgullo LGBTQ+ en Costa Rica, donde las personas puedan sentirse seguras y tengan acceso a libros, películas, discos y otros documentos relacionados con el movimiento LGBTQ+ y nuestras culturas, historias y arte en Costa Rica y el mundo.

Invito al Gobierno de la República de Costa Rica, al Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) a dedicar los fondos, recursos y espacio para esta noble empresa. Adicionalmente, motivo a todas las personas que deseen formar parte de este proyecto que lo hagan, pues un proyecto comunitario requiere de comunidad.

A veces estamos bien, a veces estamos mal. El cuerpo, la mente y el espíritu están ligados y son interdependientes. No es posible siempre estar bien, no es necesario negarlo, podemos hablarlo.

Por si gustan comunicarse les dejo mi correo: unalocamas89@gmail.com

Este texto fue publicado en la Guía del Orgullo 2017.

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