Como un pobre zaguate sacudiéndose las pulgas, enflaquecido por la mísera vida en la calle, nosotros tampoco logramos deshacernos de las plagas de la colonia. Pareciera que arrastramos una pobreza mental desde hace cuatro, cinco siglos (crucifíquenme por la imprecisión) que se manifiesta en la vana autoimagen de la imaginación colectiva del país sobre lo que es ser tico.

Esta fábula del tico se conjura cada 4 años durante las elecciones democráticas; y pareciera que aún más ante la “amenaza” de lo “no-tradicional”. La Suiza centroamericana realmente no se limita a la perpetuidad neutra ni lo montañoso del terreno cuando el apodo desea hacerle énfasis a lo “blanco”, judeocristiano, cuasi-español, europeísta, culto, educado y Naturalista del pueblo. Lo criollo, tico y… ¡lo pura vida!

“¡Somos potencia mundial, papá!” Pero siglos antes los mismos colonizadores se preguntaban el porqué este país se llamaba Costa Rica. Le escribían al Rey un 15 de marzo de 1719:

ni haberse podido descubrir de donde tuvo derivación el título de Costa Rica siendo tan sumamente pobre«

Son por estas pésimas condiciones y la necesidad de no perecer, como escribió Diego de la Haya, que se recurrió a laborar la tierra. Aún así, estamos enfatuados con la idea del campesino y su sementera, experto y cuidador de lo Natural, cuando en verdad lo hacía para no palmarse de hambre.

De esto, un hilo rojo a la arcadiana idea de la “vida en el campo”; ni qué decir del romanticismo clásico del costarricense por lo Natural. Hoy, si no se ha vendido el paraíso terrenal al extranjero, se explota, matándolo a pocos. Además, la vida fuera de la GAM -en “el campo”- se ve plagado de los problemas del narcotráfico que indudablemente, según mi parecer, están correlacionados con la -constante- pobreza extrema de la vida en las costas. Todo bien. El campesino será siempre nuestro agricolae magno, remplazando sistemáticamente a los aborígenes de Costa Rica cuyas mitologías y enseñanzas giran entorno a su amor por lo Natural y la importancia de cuidar del mismo. Potencia. Mundial.

¿Indios? ¡Jamás! Los de tez chola son los vecinos aunque un estudio reciente demuestra que nuestros genes tienen un 29 y 38% de amerindio y, lo siento abuelo, 20% africano. Esto es imposible en la caracterización del tico. Nosotros, los criollos, somos descendientes directos del gran conquistador. Acá, blanca y pura, descansa la paz. ¡Solo la patrona es Negrita! Y es válido cuestionar si este pensamiento se solidifica gracias al fracaso del tabaco y la llegada del granito de oro. Una mezcla de la aristocracia de la oligarquía mandando a sus hijos a estudiar a Europa y la llegada de foráneos burgueses que se dedicaron a la venta del café. Yo no envidio los goces de Europa pero mejor te vas ahí a estudiar. La tendencia sigue hoy y, en palabras de Mario Sancho, al igual que en antaño:

Nuestros ricos son amigos de viajar. Uno pensaría que esto pudiera darles alguna amplitud mental y mejor entendimiento de las cosas del mundo. Desgraciadamente no es así. Nuestros ricos van y vienen de Estados Unidos y de Europa y siguen siendo los mismos. Están atacados de un incurable provincialismo y de una falta de visión y simpatía y de curiosidad intelectual grandes. En sus viajes no ven sino lo externo, lo obvio, lo que complace su temperamento comodón y vanidoso; lo que habla al espíritu se les pasa desapercibido.”

También se vuelve a Costa Rica para dedicarse al emprendurismo, el negocio familiar o, al caer la frustración de que lo estudiado en España no sirve de mucho, se abandona el país para solo volver al llamado del tamal. La oligarquía ahora se dedica, no solo al café, pero también a la piña y se fortalece -y mantiene pura- entre los matrimonios de aquellos apellidos de plata. ¿Tal vez es gracias a estos apellidos, para algunos impronunciables, que proyectamos esta tramposa y vertiginosa idea? Eso, o el surgimiento de familias ilegítimas a través de los años que nos ata a algún pariente español. Reconfortante.

Es la hora de los descendientes. De Fulanito Alemán y Checho Español. Fulanito estudió en España y ahora tiene, gracias a sus papás, una tienda holística en Escalante. Así le es más fácil la carga moral de su clase y la culpabilidad de la misma. Vendiendo baratejos Free Trade, orgánicas y locales. Importando el consumo ético en el capitalismo. Compartiendo memes de izquierda en red social, pero atemorizado por el llamado a la expropiación en el plan de gobierno del Partido de Trabajadores. Y, aunque diga lo contrario, usa su feminismo para ligar. Pero él contribuye a su manera, en aquel simulacro de ciudades de afuera que es hoy Barrio Escalante.

Por otra parte, Checho estudió ingeneria en la UCR, le encanta Juan Diego Castro porque papi es papi y la ley es el orden. Pero Chechito aprendió de su papá a evadir al fisco, él nunca paga las multas de su Hilux a tiempo y maneja ebrio después de las fiestas en La Concha. Checho es un bocón más en Palmares, incitando a los pichazos pero atemorizado por un problema con la Ley porque le cortan la mesada. Ambos cultos y educados aunque ésta se traduce a tener un refinamiento de sensibilidades, de gustos; es decir, qué cerveza artesanal va bien con la carne asada y quién putas es Andy Warhol. ¿De qué sirvió la educación? Ambos, aunque no se den cuenta, caerán en lo que Luis Barahona Jiménez llama la tolerancia del tico que le “rehuye a los extremismos”.

Pero la constante aquí, a través de los siglos, es la Iglesia Católica. La gran herencia de los colonos. La brújula moral judeocristiana a la que se refieren cuando hablan de los “valores de antes” o que la persona es “chapeada a la antigua”. Nuestros personajes, Checho y Fulano, fueron bautizados católicos y llevaron religión en sus colegios (privados del obispado) aunque Fulano se dice ser budista. La Iglesia ha tenido tanta presencia en nuestro país que si no fuera por el Obispo Llorente nuestro pasado se acentuaría por el inglés, esclavismo y la bandera confederada. La Iglesia ha sido la única institución constante en un país que históricamente ha tenido una pobreza de institucionalidad. La Iglesia ha sido el refugio de un individuo al que se le negó una educación y florecimiento cultural. La Iglesia ha sido la cúspide de un país individualista -aunque se miente a sí mismo con una falsa colectividad- porque es MI Dios, MI finca, MI familia, MI patria, MI barrio… Eso sí… ¡Dios guarde hablar de los problemas éticos y morales del país! De las ramas escondidas en la genealogía familiar, la violencia contra la mujer, las infidelidades, el alcoholismo, la corrupción y demás pecados -y contradicciones- que personifican el “que peca y reza empata”.

Y tal vez esto sea un ensayo más, y ojalá no el último, sobre qué es ser costarricense. ¿Es acaso, el ser tico, una mezcla de autodesprecio, mezquindad, envidia y complicidad? ¿Es el conformismo, el que menciona Luis Barahona en su ensayo Tres notas sobre el carácter costarricense, y el no hacer nada, porque de nada sirve, la esencia del costarricense?

Vemos el debate, nos burlamos del candidato, hacemos chistes en Twitter sobre tomarse un shot cuando tal candidato usa x palabra, a la drinking game gringo, pero no se pone atención. Llamamos a Juan Diego Castro el Trump Tico como eufemismo de viejo imbécil pero más que todo para hacerle mímesis a las elecciones del Norte. Stephen Colbert, anyone? Caemos en la misma trampa de una carencia de opinión política. Y luego, en Facebook, se publica “no hay por quién votar”. La participación ciudadana queda ahí. Se repite el ciclo en 4 años. Y por allá, el eco de Barahona Jiménez, perdido en el tiempo:

Del conformismo se pasa fácilmente al fatalismo y de este a su consecuencia natural, la apatía. No se trata, desde luego, de la apatía estoica, virtud positiva que supone dignidad para soportar toda clase de infortunios. Nuestra apatía es negativa en cuanto implica el abandono de los intereses de la persona, de los intereses de la comunidad en que se vive y del bien común nacional.

Pero Checho nunca se leyó el ensayo en la U. ¡Vale verga! Es culpa de los Nicas y de las locas del PAC. Para Fulanito es culpa de Checho. Ambos criados, educados y viviendo en La Suiza Centroamericana.


Las ilustraciones de este artículo fueron realizadas por Pia Chavarria.

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