El Bonuska Fest, más allá de ser un festival realizado el 20 de agosto y dedicado a Nicole Badilla, fue una experiencia de vida marcada por un conjunto de emociones encontradas.

Llegó julio. No solo recibimos abejones de un inverno pseudo decente, sino también al mes que iba tener la agenda más cargada del año, y consigo el calendario apresuraba los días para que dos seres terminarán su vuelta al sol: Brenda y Nicole.

Es curioso. Muy curioso. Nicole es uno de los espíritus más fuertes que he conocido. Por irónico que suene, en mi potestad de simple mortal, me atrevo a decir que es un ser actualmente omnisciente, una representación digna de lo que muchos llaman Dios.

Es una energía que a pesar de que dejó su versión física en el año 2013 a causa de la fibrosis quística, sigue impactando muchas realidades; lo que en diferentes partes del mundo es considerado como sagrado.

Nicole fue una persona que marcó una comunidad. Era una niña que transmitía paz y que fue la conexión indirecta de muchas futuras relaciones. Desde que nació se sabía que tendría una vida complicada y muy probablemente corta. Sin embargo, desde pequeña ella conoció y entendió su futuro; sabía hasta dónde llegaría. De ahí, tal vez, su tranquilidad.

Ella enlazó tejidos que nos unirían eventualmente a personas como Canfin Jiménez y su compañera de vida, Nath Méndez.  La hermana de Nati fue su enfermera en el Hospital Nacional de Niños, y sin siquiera saberlo, su espíritu caló muchos años antes de conocernos.

Bonuska Fest.

Nicole fue una persona de carácter fuerte y querida por muchos, hasta por aquellos que no eran tan cercanos a ella, como yo. Le hablé muy pocas veces en toda mi vida, sin embargo lo que emanaba de su ser era indescriptible.

La última vez que la vi fue unas semanas antes que la internaran por última vez. Fui a casa de Chiz, pero no iba a verlo a él, creo que ni siquiera estaba. Llegué con mi hermana menor, Bianka, quién le llevaba las notas de los días que había faltado al colegio. Cuando la vimos, quedé sorprendido:  no podía entender como alguien que afrontaba la vida a través de una realidad tan distinta y tan dura podía mantener una sonrisa tan cristiana.

Ese día, ella se despidió de mí. Sabía que no nos volveríamos a ver.  Sabía, además, que a Brenda y a mí nos tocaría cuidar de su hermano mayor, a quien eventualmente logramos sacar de esa oscuridad que había comenzado a llamar vida.

Nicole murió a menos de una semana de su fiesta de cumpleaños, en la cual planeábamos tocar por primera vez. Ella nunca pudo llegar a escuchar a Kaiser Moon en vivo, al menos no físicamente; muy a pesar de que siempre fue el impulso para Chiz.

El grupo inmortalizó a Nicole en una canción, no obstante el ser humano es inquieto, siempre quiere ir más allá; de ahí surgió el Festival. Era ese algo que podría ayudar a todos esos niños que ella llenaba de luz y de esperanza cada vez que los veía en terapia.

A pesar de que queríamos hacer algo muy especial, estábamos claros en algunos puntos,  teníamos la preparación pero no teníamos los fondos.

Aún no estoy muy seguro de si contamos con mucha suerte o si realmente hicimos las cosas muy bien.  Lo cierto es que comenzamos con una búsqueda para solucionar la parte más difícil, la económica; y  terminamos con una lista muy grande de todas las personas y marcas que creyeron en el proyecto.

Tomamos algunas malas decisiones y creo que sería absurdo no aceptarlo; principalmente durante los primeros pasos de la producción.Eventualmente, fuimos excesivamente metódicos para evitar errores, aunque claro está, aún así hubo complicaciones.

Escogimos a las diez bandas cuidadosamente, pero siempre hay cosas que quedan fuera de nuestro control. Camelolloide, una de las bandas a las que más guardamos aprecio, al final decidió no tocar por motivos internos, a pesar que ya estaban agendados y anunciados.

Dejamos fluir las cosas a su ritmo natural. Decidimos modificar el arte y seguimos, lo cierto es que no había tiempo para lamentarse.  A esas alturas habíamos aprendido a sobrepasar las derrotas internas y hacerlas desaparecer; no éramos sólo productores sino también comunicadores, de ahí la explicación.

Cuando uno hace un festival, es imposible que no haya complicaciones,y  nos tocó comprobarlo. Entre nosotros hubo una infinidad de problemas, los cuales nos llevaron en varias ocasiones a colapsos nerviosos. Cuando decides trabajar con tu pareja hay cosas que no puedes evitar, como por ejemplo tomarse las cosas personales. Es decir, los problemas logísticos en algunos momentos pasaron a ser parte de nuestra relación.

También tuvimos otros problemas  que eran un poco más incontrolables. Por ejemplo, la gastritis, producto del desorden en las comidas, se volvió habitual durante un mes. Aunque no quisiéramos, había que sacrificar horas de comida, pues tanto Brenda como yo teníamos que alternar nuestros trabajos principales con el planeamiento del festival.

Al menos en mi caso personal, una solución al estrés fue proponerle patrocinio al periódico para el cual  trabajo. Para mí, era la única manera de lograr mantener un balance y demostrar por qué habían aumentado mis solicitudes de permisos laborales y mi rendimiento había cambiado.

Eventualmente Diario Digital Nuestro País decidió patrocinar el Festival y apoyarme con financiamiento y permisos de trabajo para poder gestionar reuniones con patrocinadores y otros medios de comunicación.  Esto resultó maravilloso y sentimental, pues el nieto de mi jefe era el mejor amigo de Nicole y murió de la misma enfermedad a los 14 años.

Durante poco más de 20 días fuimos víctimas de la Ley de Murphy. Fue una prueba que parecía no querer terminar, ya que cuando solucionábamos un tema, se nos presentaba otro. Todos los días terminaban en la madrugada frente a la computadora e iniciaban en la mañana frente a la computadora. La cotidianidad giraba alrededor de convencer a alguien de que el proyecto valía la pena y que era viable participar.

Cada día coordinábamos cuatro chats al mismo tiempo. Uno enfocado en la parte de comunicación visual, otro con las bandas, otro únicamente de producción y el último para no olvidarnos de nuestra relación. Sí, Brenda y yo hablábamos por dos chats: En el primero ella y yo éramos pareja y en el segundo eramos dos personas que trabajaban juntos para hacer un festival.

Desde un inicio supimos que jamás íbamos a lograr el festival solos.  Por eso, hicimos de Bonuska un equipo de artes diversas que estaba dispuesto a llevar a cabo un nuevo festival en la zona.  Este se alimentaba de antecedentes como Peñas Culturales, la semilla de unión local denominada “El Cañuelazo”, El Occdiente Power, el Festival Farol, el Occifest y aun escarbando más en la historia, el Oxigenarte.

El equipo contemplaba a dos sonidistas, un grupo de staff integrado básicamente por gestores culturales involucrados en algunos de los festivales anteriormente mencionados, músicos y personas afines al movimiento cultural. Logramos crear un crew de fotografía y producción audiovisual que incorporaba tanto a artistas occidentales como capitalinos, algunos con sus proyectos personales consolidados y otros explorando más de qué son capaces.

Cuando nos percatamos, el Bonuska Fest había involucrado a nueve bandas, a marcas reconocidas, empresas, medios de comunicación y a una comunidad de artistas que estaban dispuestos a ayudar a la población con fibrosis quística de Costa Rica mediante la donación total de los fondos recaudados.

A poco más de un mes de pre producción, la primera escultura estaba lista y ya nos estábamos preparando para develar  la segunda.  A pesar de que en el proceso tuvimos etapas de estrés intensas, peleas internas e inclusive problemas de salud; a nuestra obra ya no le faltaba nada para hacerse notar. Por sí sola, se mantenía de pie.

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