Crónica urgente del primer miércoles negro, desde Buenos Aires.

Llueve y hace frío. Si no fuese por las vidrieras que muestran la colección primavera-verano 2017, cualquiera diría que estamos en invierno. Y es que, en cierta forma, en la Argentina las mujeres no llegamos a primavera, no podemos florecer.

Son las cinco de la tarde. Cientos de chicas y no tan chicas, familias, madres, hijas y abuelas caminan hacia el Obelisco, símbolo de Buenos Aires. Algunas llevan paraguas, otras llevan cartelitos forrados en celofán para burlar la lluvia. En varios se repite la consigna Vivas nos queremos; algunos van más allá y rezan Lo personal es político, o Si mi vida no vale nada, produzcan sin mí. Los pilotos de colores y los pañuelos verdes de la Campaña por el Aborto Legal y Gratuito distorsionan la consigna inicial: vestir de negro.

Crédito: Paola Olari | Mujeres de la Matria Latinoamericana.

Crédito: Paola Olari | Mujeres de la Matria Latinoamericana.

La concurrencia es heterogénea, pero sorprende la cantidad de personas “autoconvocadas”. También hay muchas banderas de agrupaciones políticas, organizaciones de mujeres, gremios y organismos públicos. Cada tanto suena un redoblante y cada vez que se escuchan voces femeninas es porque por alguna de las calles se está acercando una columna de mujeres. El sentimiento es ambiguo: la alegría de darle un golpe al patriarcado no alcanza para paliar el dolor de la pérdida. En lo que va del mes 19 mujeres fueron asesinadas (un promedio de una cada 21 horas) producto de la violencia de género.

A eso de las seis una multitud de paraguas y personas comienza a marchar hacia Plaza de Mayo. El tramo que une ambos puntos de la ciudad es de diez cuadras aproximadamente, sobre la turística Avenida de Mayo. Durante el recorrido, las paredes de los edificios antiguos, las cortinas metálicas de los comercios, las veredas y los carteles publicitarios se intervienen con frases en aerosol, stencils y dibujos.

Denuncian al patriarcado como el responsable de oprimirnos y de matarnos. Escribo matarnos, aunque viva para contarlo, porque cada vez que alguna de nosotras es asesinada, cada vez que se nos niega el derecho a abortar y tantas otras cosas más, no violentan a una, nos violentan a todas.

En cuestión de minutos, las baldosas rosas de la plaza son cubiertas por una marea de gente. La columna que llega por la Avenida de Mayo se encuentra con una plaza bastante colmada. La lluvia no da tregua y la lucha de paraguas derrota a varias que, ante el temor de lastimar a alguien, deciden empaparse pese al frío.

Durante cuatro horas copamos la calle para pedir justicia por Lucía (que murió de dolor, literalmente, el 8 de octubre, luego de ser drogada, violada y empalada) y por todas las chicas que faltan de sus casas, de la escuela, del trabajo, de la facultad. Rayamos paredes, cantamos, aplaudimos y gritamos para demostrar que somos más que cuerpos maltratados e invisibilizados, que no queremos sentir miedo y pudor cada vez que alguien camina detrás nuestro, nos apoya en el subte, o nos intercepta en la calle.

Crédito: Paola Olari | Mujeres de la Matria Latinoamericana.

Crédito: Paola Olari | Mujeres de la Matria Latinoamericana.

No es justo que nuestro salario sea inferior al de nuestro compañero por hacer el mismo trabajo, que no queremos ser catalogadas como princesas, o histéricas, o madres, o cocineras, que esos rótulos son una mentira y que nosotras somos mujeres reales.

Salimos a la calle para gritarle en la cara a la Iglesia y al Estado que queremos decidir sobre nuestro útero, que abortamos aunque nos cueste la vida, y que queremos acostarnos con quien se nos dé la gana, sin que por eso nos llamen putas.

Salimos a la calle para demostrarle a esta sociedad machista que no somos basura, que nuestro lugar no es una bolsa de residuos, ni un descampado. Que somos lo suficientemente independientes, inteligentes y capaces como para criar hijos, administrar la economía doméstica, estudiar una carrera, ser científicas, albañiles, panaderas, ingenieras, manejar un taxi o un colectivo, “hacer cosas de hombres”, salir vestidas como querramos, sin que eso nos haga sentir “menos mujer”. Que no creemos en los estereotipos falaces que nos quieren imponer para mantener la rueda del consumo, y que no necesitamos sus piropos para sentirnos más lindas y seguras -aunque el Presidente Macri piense lo contrario-, que lo que necesitamos es más respeto e igualdad.

Salimos a la calle para contarle a esta sociedad hipócrita y aletargada que no somos minoría, aunque el patriarcado nos quiera minorizar, vulnerar y violentar, que no queremos más princesas indefensas ni machitos violentos, que no creemos en la heteronormatividad y que no tenemos miedo de gritarlo, que el amor no se expresa con puños, gritos y extorsión. Que somos muchas y que estamos de pie.

Crédito: Paola Olari | Mujeres de la Matria Latinoamericana.

Crédito: Paola Olari | Mujeres de la Matria Latinoamericana.

Durante cuatro horas miles de mujeres estuvimos en la calle, bajo una lluvia incesante, para decir basta. A eso de las ocho y media, cuando estábamos abandonando la plaza, paró de llover. Una ironía climatológica, quizás.

Todas pretendíamos volver a nuestras casas, no se si todas llegamos vivas. En la Argentina muere una mujer cada treinta horas por violencia de género, aunque para los medios de comunicación sea más bonito decir que nos matan por amor.

Buenos Aires amanecerá pintada y los diarios criminalizarán una vez más la protesta. En los foros, los violentos nos acusarán de vándalas, violentas y feminazis, ja. Probablemente nos seguirán gritando putas, gordas, trolas y nos seguirán denigrando con sus insultos. Cada vez que eso pase, nosotras nos envalentonaremos más. Saldremos a la calle mil veces y rayaremos toda la ciudad si es necesario para ver si así nos escuchan.

Crédito: Paola Olari | Mujeres de la Matria Latinoamericana.

Crédito: Paola Olari | Mujeres de la Matria Latinoamericana.

Quienes asumimos nuestra subjetividad como tal, nuestro lugar relegado en la historia, nuestros cuerpos tratados como objetos, oprimidos y violentados, no tenemos elección. Ser feminista en una sociedad patriarcal es luchar sin descanso, todos los días del año, desde que te levantás hasta que te vas a dormir, contra la violencia en todas sus formas.

Salimos y saldremos a la calle cada vez que muera alguna de nosotras, porque queremos ser cuerpo, no cadáver. Queremos que el Estado se haga responsable y que la Iglesia saque sus rosarios de nuestros ovarios. Queremos abortar sin que nos tilden de asesinas, queremos vivir sin miedo. Nos queremos vivas, nos queremos todas.

Ni una menos, nunca más.


  • Las fotografías de esta nota insertas en el texto fueron tomadas por Paola Olari de Mujeres de la Matria Latinoamericana.
  • Las fotografías de la diapositiva fueron tomadas por la autora del texto.

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