¿Han visto que cuando un hombre habla de sexo es todo bien pero cuando lo hace una mujer es visto como algo terrible?

Dicen que siempre estoy pensando en sexo, o soy mal pensada. Que a todo le doy doble sentido, que soy una sex freak, o a veces demasiado sexualosa (que ni sé  exactamente qué quiere decir). Lo que sí sé, es que en nuestro país una mujer que hable abiertamente de sexo, le guste, le interese o sea apasionada por este mundo es etiquetada de manera negativa y, generalmente, humillante.

Entre los adjetivos más comunes dirían que es: una degenerada, maniática sexual, pervertida, promiscua, zorra, loca, adicta al sexo, sucia, una fácil, despiche, con serios “daddy issues”, una perra, flojita de caderas, puta y, -bueno- la lista continúa…

Odio todas esas etiquetas y ni una sola me describe. Yo hablo abierta y honestamente sobre sexo, sí lo disfruto y lo encuentro fascinante; es un mundo tan amplio y poco entendido. Soy una mujer curiosa, libre, de mente abierta, atrevida, impulsiva, y ambiciosa, cualidades que -por supuesto- me han llevado a tener una buena relación con mi intimidad. Si bien recuerdo, desde pequeña descubrí un interés particular por la sexualidad, el cuerpo y el placer.

Hasta hace poco, mi profesión y este particular interés nunca se habían mezclado. Voy a darles un poco más de contexto: hace 7 años trabajo como fotógrafa profesional en todos los ámbitos que pagaran bien, principalmente eventos privados, editoriales, o trabajos comerciales. Nunca me encasillé a un solo tipo de foto, porque de cierta manera era sólo trabajo. Pero el retrato -que no hacía tan a menudo- constantemente me daba experiencias más interesantes y más enriquecedoras a nivel personal y profesional.

En lo personal, la fotografía siempre funcionó como un medio de expresión muy fuerte,y por ende, terapéutico. Me dediqué a registrar mi vida tal y como era; incluyendo los momentos dolorosos y los momentos felices. Decisión inspirada por una de mis fotógrafas favoritas, Nan Goldin, donde compartimos que no siempre nos interesa hacer una fotografía buena, sino honesta.

El tema de autorretrato o de registro personal, fue algo que siempre trabajé durante mi carrera y vida personal, pero no fue sino hasta que hice mi tesis que me dí cuenta del proceso terapéutico que la foto me había dado por tanto tiempo. Mi tesis es un diario visual que documenta varios momentos de mi vida que fueron particularmente difíciles pero transformativos, en ella se evidencia mi reconstrucción de identidad.

Después de esto, la fotografía siempre ha sido mi espacio de catarsis. Hoy en día puedo mirar fotografías de momentos que fueron bastante duros y aunque cierto dolor retumba en la memoria, las miro con cierto orgullo de haber logrado salir adelante, de sentirme mejor que aquel día, de que ya eso quedó en el pasado.


Además de catarsis, el acto de fotografíarme me empoderó. Parte de mi mis procesos tenía que ver con trabajar mi autoestima, mis inseguridades y mi intimidad. La primera vez que me fotografiaron desnuda fue uno de los momentos más me estaba enfrentando a todos mis miedos físicos y emocionales. Pero, al ver las fotos, lloré. Lloré porque me costaba creer que la que veía era yo, imperfecta pero sincera, lindísima, monumental, delicada y también perfecta.

«¿Nostalgia? ¿Cómo podía sentir nostalgia si lo tenía delante? ¿Cómo se puede sufrir por la ausencia de alguien que esta presente? Se puede sentir nostalgia en presencia del ser amado si vislumbras un porvenir en el que el ser amado ya no está; si la muerte, invisible, del ser amado ya está presente

Milan Kundera, La Identidad

Fotos por Adrían Luna. 2010

A partir de este momento, apoderarme de mi sexualidad, explorar mis curiosidades, amar y venerar mi cuerpo fueron las herramientas para profundizar en el mundo de la fotografía erótica.

Junto con mis estudios en arteterapia, me convencí de la capacidad que tiene el arte para facilitar la expresión y, consecuentemente, funcionar como herramienta  sanadora. Fue a raíz de varias sesiones con mujeres, y de mis propias fotografías, que pude comprender que este medio artístico podía combinarse perfectamente con mi particular interés en la sexualidad humana.

Así podía crear un espacio donde la fotografía sensual/erótica o un simple retrato se conviertan en herramientas expresivas y terapéuticas para una persona, o pareja. En fin, una sesión personalizada donde existiera un motivo más allá de lo estético y que tanto la experiencia como la imagen tengan un impacto positivo para la persona que compra el servicio..

La confianza, comodidad y sinceridad son valores primordiales para trabajar una fotografía con este enfoque. Si yo quiero que alguien confíe en mí, se sienta cómoda y pueda ser honesta con sus necesidades, es necesario que yo dé el primer paso y sea capaz de exponerme, de mostrarme cómoda en mi propia piel, ser sincera y directa con mi público. Por lo tanto, era necesario crear una plataforma donde puedo compartir mi trayectoria. Además, compartir mi experiencia como fotógrafa erótica, así como la experiencia de mis clientes.

Abrí un blog, y el blog me permite escribir sobre mi trabajo, pero también sobre sexo.

Me he dado cuenta la falta de información que existe en una cantidad considerable de temas como la salud sexual, el placer, las fantasías, los tabúes, los juguetes, o la masturbación, por mencionar sólo algunos. Tal vez no sólo insuficiencia, sino que hay falta de interés, o miedo, o pereza de investigar,  informarse o simplemente curiosear sobre nuestra sexualidad. Estoy segura que hay un abundante deseo allá afuera de saber, aprender y hacer más.

Por último, ¿por qué digo que todos cogen pero resulta que la puta soy yo?

Constantemente enviamos y recibimos fotos y videos de contenido sexual. Existen aplicaciones que facilitan el proceso de encontrar una pareja sexual. Somos bombardeados por todos los medios con imágenes de mujeres y hombres semi desnudos. La pornografía es igual de accesible como buscar cualquier otra información en google. Los índices de infecciones de transmisión sexual aumentan, mientras que la educación sexual se debate y sigue repleta de estigmas.

Por esto, creo que vivimos en una sociedad donde el sexo está más cerca de la perversión que de la pasión. Donde el cuerpo desnudo no es erótico sino pornográfico. Y donde la intimidad se reduce al coger y no al conocer. Hay una gran diferencia entre desnudarnos y deschingarnos. Tristemente, por los estigmas, hoy en día parece ser más fácil y común deschingarse.

Yo elejí desnudarme. Ser sincera y no avergonzarme de lo que todas las personas hacemos y disfrutamos. Elijo romper tabúes. No resulta que la puta soy yo, sólo resulta que a otras personas no les interesa  decir las cosas y mostrarlas como son.

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