Fiel a nuestra desmemoria costarricense, nos quisieron vender a una escritora de libros infantiles ingenua y abnegada. Pero no, ella fue una luchadora incansable que no pudieron callar.  

Posiblemente, María Isabel Carvajal no se imaginaba que en la oficina de J. Edgar Hoover, director del FBI, se leyera en voz alta su biografía y fuera considerada un peligro para Estados Unidos. Llegó a esa lista acompañada de otros nombres a partir de sus tres maldiciones como mujer durante la Guerra Fría: comunista, escritora e intelectual.

Esta biografía era una crónica de hechos espeluznantes para Estados Unidos y para el gobierno costarricense. Una mujer −hija ilegítima− se había atrevido no sólo a educar a la clase trabajadora y ser fundadora del Partido Comunista, sino también a formarse en las filas de las sufragistas costarricenses.

El miedo se origina en la comitiva de la Embajada de Estados Unidos en Costa Rica, ya que le temían a su discurso beligerante, a su papel de maestra de niños y a su posible influencia en las compañeras maestras. Carmen se dirige –como en tantas ocasiones– a los estudiantes de la Escuela diciendo “Muchachos y muchachas de la Normal: no hagan ustedes de su escuela un fetiche ni un cuerpo sin espíritu”. Su discurso antiimperialista y anárquico la hace una de las mujeres políticas más relevantes del siglo XX, y al mismo tiempo de las que menos se sabe.

Carmen Lyra nunca pudo postularse de candidata a ningún puesto: las mujeres costarricenses no eran consideradas ciudadanas, elegir y ser elegidas era una prerrogativa que simplemente no les correspondía. Sin embargo, ella echaba a andar los cambios. Carmen sabía lo que era la discriminación: su vida no era igual a la de nadie, a la de ninguna mujer.  Sus elecciones eran diferentes y provocaban temor.

Retrato de Carmen Lyra, seudónimo de María Isabel Carvajal Quesada.

María Isabel estaba segura que la mejor manera de generar el cambio era a través de la educación: ella era la educadora, con todo lo que implica. Estudió en Europa y a pesar de su ruptura con la educación formal cuando fue expulsada como maestra, su entrega y vocación como maestra la distingue en una generación de pensadores como Joaquín Gutiérrez y Yolanda Oreamuno.

La historia oficial de Costa Rica quiere imponer que solo escribía para niños.  Sin embargo, la verdad es que Carmen Lyra, desde su papel en el Centro de Estudios Sociales Germinal, trabajó con el objetivo básico de luchar contra los prejuicios y crear conciencia en los sectores sociales más oprimidos. Sí, ella y su capacidad de insurgencia que nunca se apagó se convierten en la historia que no conocemos, que nos han querido esconder. En sus más de 100 artículos escritos en el Semanario  Trabajo y otros en Repertorio Americano arremete contra la corrupción y el crecimiento de la pobreza con un discurso claro y contundente acerca de la política internacional relacionada con las guerras del momento en Europa.

Carmen Lyra, en cualquier otro país hubiera sido una heroína. Pero aquí, al recordarla únicamente por Los Cuentos de mi Tía Panchita. se obvia la verdadera narración sobre su vida. La expulsaron por comunista en 1948 y se le negó la entrada al país cuando estaba enferma. Murió en México en 1949.

María Isabel Carvajal tenía libertad de pensamiento, tenía un pensamiento inquietante, tenía valor y coraje para decirlo y escribirlo. Si ella estuviera viva, escribiendo, su producción y pensamiento sería absolutamente vigente. Carmen Lyra no solo hizo temblar a las clases políticas de la oligarquía costarricense, sino que su liderazgo llegó hasta las oficinas de Washington.  Los que escribieron la historia de nuestro país reconocieron posiblemente una décima parte del legado que le deja al país.

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